McGrinty cargo a la joven muchacha hasta unos cuantos metros antes de la meta, para después solamente ayudarla a caminar para que ella pudiera terminar la carrera de pie. Al cruzar la meta final se encontraban ya unos paramédicos con una silla de ruedas para acudir a la ayuda de la joven maratonista.
  

  
Ninguno de los buenos samaritanos pensaron que era más importante terminar su propia carrera que ayudar a la pobre mujer en dolor. No te pierdas este gran momento de cooperación y empatía.