Ahora los niños la llaman “la señora Angel,” pero antes tuvo una vida dura de drogas y abuso. Ella está decidida a cambiar las vidas de los niños de su comunidad, ¡orando todos los días en la parada de autobús!
Muchas personas creen equivocadamente, que aun viviendo una vida disoluta y alejada de lo que Dios dice en sus mandamientos, al final él igual va a perdonarlos. Pero, pensar así, es una falta total de responsabilidad. Por otro lado…