Los hombres valientes trataban de romper el vidrio con un palo, pero era imposible. De repente, uno de los hombres sintió bajo el agua la mano de la mujer tomando su mano, y pudo sacarla por la ventana. ¡Alabamos a Dios por un rescate tan milagroso!
Muchas personas creen equivocadamente, que aun viviendo una vida disoluta y alejada de lo que Dios dice en sus mandamientos, al final él igual va a perdonarlos. Pero, pensar así, es una falta total de responsabilidad. Por otro lado…