Cuando Jesús probó el vinagre, dijo: “Consumado es”; luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu. – Juan 19:30

¿Qué es necesario para que tengamos vida eterna? Muchos creen que es necesario hacer el bien y amar a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo. Actuando de esa manera, piensan, se ganan el derecho a la vida eterna. Pero, ¿quién consigue hacer eso perfectamente? ¿Tú lo consigues?

Vivir de esa manera es algo imposible para cualquiera de nosotros, pues somos egoístas, actuamos contra la ley de Dios, y no siempre amamos a los demás como deberíamos hacerlo. El camino de la obediencia requiere perfección, y ningún ser humano es perfecto. Debido a esa imperfección llamada pecado, es que Dios el Padre envió al mundo a Jesús. Él vino aquí a dar su vida en la cruz para que recibiéramos el perdón de todos nuestros pecados y así ganáramos de regalo la vida eterna. No porque lo mereciéramos, sino por amor.

Y es este regalo que nos motiva a amar a Dios y a los demás. El cristiano ama y sirve a Dios y al prójimo no para ser perdonado sino porque, aun sin merecerlo, recibió de regalo el perdón. Y la alegría de saber que tenemos el perdón y la salvación es el resorte que nos impulsa a amar. Jesús terminó su misión. Él murió por nosotros en la cruz. Él resucitó y está en los cielos preparándonos un lugar. Esta semana que pasó no fue de tristeza, sino de alegría y gratitud. Pues en esa semana, llamada Semana Santa, Cristo terminó su misión y nos dio de regalo la vida eterna.

ORACIÓN: Gracias, Señor Jesús, porque me has dado el mejor regalo que jamás podría recibir. ¡Qué bueno es tener la certeza de tu perdón, y saber que viviré eternamente a tu lado en el cielo! Amén.

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