Un lindo y gracioso recordatorio de que por buenos y perfectos que creamos ser la verdad es que nos quedamos cortos de ser lo que queremos aparentar. Por eso es bueno ser conscientes y humildes de corazón.
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?