El Señor es misericordioso y clemente; es lento para la ira, y grande en misericordia. – Salmo 103:8

Muchos pueblos indígenas representan a sus dioses con facciones severas y vengativas, pues esa es la comprensión que tienen de la actitud de ellos con respecto a los hombres.

Después de crear un mundo maravilloso y de coronarlo con la creación del ser humano para que viviera y disfrutara de él, Dios recibe a cambio ingratitud y desobediencia. Pero el Dios verdadero es distinto a cualquier otro dios. Su amor por el hombre es infinito. Su bondad no tiene fin. Tendría motivos suficientes para despreciarnos, castigarnos y condenarnos pero, en vez de eso, nos ama. A través de su hijo Jesús, Dios nos perdona los pecados, nos adopta como hijos, y nos ofrece salvación a todas las personas.

ORACIÓN: Bondadoso Dios y Padre, te damos gracias porque, por tu gran amor, podemos ser parte de tu familia. Gracias por habernos adoptado como hijos tuyos. Enséñanos a vivir como hermanos. Amén.

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