Este cachorro se llama Hamilton y le encanta que le acaricien el estomago, así que cuando su dueño pára de acariciarlo Hamilton rápidamente le rasca la mano y le pide que siga con las caricias.
¿Cómo sabemos cuándo tenemos suficiente fe para despejar cualquier duda? Muchas veces medimos nuestra fe por lo que hacemos, pero: ¿es válido medir así?...