Hay una canción que dice que “la felicidad no es un puerto” queriendo decir que a la felicidad no solo se llega y se zarpa de vez en cuando, sino que es un estilo de vida, una decisión consciente de fe y de perspectiva en nuestro diario caminar.
Abandonado a su suerte, el hombre se destruirá a sí mismo yendo tras placeres y deseos egocéntricos. Dios tiene un plan mejor para nosotros: dirigirnos hacia la libertad perfecta en Cristo, guiados por su tierna mano. Cuando nos desviamos, Él aprieta su mano y nos hace volver al buen camino.