A pesar de su gran tamaño este caballlo tan gentil se deja llevar por todo el establo guiado por una dulce y simpática bebita que no deja las emociones de lado y con todas las energías del mundo dirige al caballo.
Abandonado a su suerte, el hombre se destruirá a sí mismo yendo tras placeres y deseos egocéntricos. Dios tiene un plan mejor para nosotros: dirigirnos hacia la libertad perfecta en Cristo, guiados por su tierna mano. Cuando nos desviamos, Él aprieta su mano y nos hace volver al buen camino.