Cuando un hombre se calló en las vias del metro en la ciudad de Nueva York unos valientes samaritanos actuaron rapidamente para ayudarlo a salir de las vias aun cuando el hombre permanecia inmovil. ¡Qué bien que todavia haya gente buena y valiente!
Abandonado a su suerte, el hombre se destruirá a sí mismo yendo tras placeres y deseos egocéntricos. Dios tiene un plan mejor para nosotros: dirigirnos hacia la libertad perfecta en Cristo, guiados por su tierna mano. Cuando nos desviamos, Él aprieta su mano y nos hace volver al buen camino.