En una vuelta al supermercado este pequeñín descubrió que las puertas automáticas eran nada más y nada menos que magia pura! Un buen recordatorio de cómo apreciar hasta las cosas más sencillas!
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?