O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente. Lucas 15:8-11

 

Una señora de Alemania de 82 años de edad, hace dos años había perdido su automóvil: un Audi. En realidad “perdido” no es realmente la palabra adecuada, pues ella estaba segura que alguien le había robado su Audi.

 

Dos años antes, esta señora había llevado su auto a un taller mecánico. Después de arreglarlo, el mecánico le llevó el auto a su casa, estacionándolo en el garaje. Al día siguiente, después de recibir por correo las llaves y papeles, fue al garaje pero, para su sorpresa, el auto no estaba allí.

La señora hizo la denuncia a la policía, y eso fue todo. Por lo menos fue todo hasta la semana pasada, cuando un vecino decidió ir a limpiar el garaje de su casa que nunca utilizaba, y allí, cubierto por casi un centímetro de polvo, encontró el Audi de esta señora.

 

A la policía no le tomó mucho tiempo descubrir que los mecánicos habían estacionado el auto en el garaje equivocado. La señora se puso muy contenta al recuperar su automóvil. No importa si la historia sucedió hace 2.000 años o ahora, si hablamos de una moneda perdida o de un auto perdido; siempre hay alegría cuando se encuentra lo que se había perdido.

 

“Alegría”, eso es lo que Jesús dice que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente. Cada vez que el perdón del Salvador se convierte en realidad en un corazón humano, es un tiempo de alegría. Cada vez que un alma es salvada del infierno y llevada al cielo a través de la sangre de Jesús y su gloriosa resurrección, es un tiempo de alegría.

 

Haga felices a algunos ángeles… arrepiéntase de sus pecados.

 

ORACIÓN: Señor Jesús, gracias por el perdón que hiciste posible para la humanidad con tu vida, sufrimiento, muerte y resurrección. Oro para que el Espíritu Santo me ayude a reflejar mi gratitud manteniéndome alejado del pecado, y para que, cuando peco, me otorgue un corazón arrepentido. Esto pido en tu nombre. Amén.

 

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