Cuando esta foca llegó a la orilla, de inmediato encontró un nuevo mejor amigo. Y su preciosa sesión de abrazos me tenía con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Demasiado bello!
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?