Este pequeño caballo ha encontrado su persona favorita y aparentemente es por que le gusta mucho que le rasquen la espalda. Mira como sigue a su dueño y como pide que la sigan acariciando.
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?