Yo no estaba preparado para la gran voz que salió de este pequeño y dulce niño, Reynan. Pero cuando empezó a cantar a todo pulmón ‘Sublime Gracia’ (Mis Cadenas se han ido) mi mandíbula cayó al suelo y mi corazón se fue volando. Y esa nota final que alcanzó… GUAU. Qué hermoso regalo Dios le dio.